Don de entendimiento en María



Don de entendimiento en María




Mensaje, 25 de agosto de 1993


“¡Queridos hijos! Quiero que ustedes entiendan que Yo soy su Madre, que Yo quiero ayudarlos y llamarlos a la oración. Sólo por medio de la oración ustedes pueden entender y aceptar mis mensajes y ponerlos en práctica en sus vidas. Lean la Sagrada Escritura, vívanla y oren para entender los signos de los tiempos. Estos son tiempos especiales. Por eso, Yo estoy con ustedes para atraerlos a mi Corazón y al Corazón de mi Hijo Jesús. Queridos hijitos, Yo quiero que ustedes sean hijos de la luz y no de la oscuridad. Por tanto, vivan lo que Yo les estoy diciendo. Gracias por haber respondido a mi llamado!”





Jesucristo nuestro siendo el Verbo Encarnado, es decir la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, gozaba ya en la tierra de la visión beatífica, en cambio, la Madre de Cristo mientras vivió y peregrinó aquí abajo las obscuridades de la criatura humana pero iluminada por la fe, obscuridades traslúcidas, iluminadas todas por los dones del Espíritu Santo y los carismas proféticos necesarios, para su misión de Madre de Dios y de los hombres, pero sin la visión beatífica, sin ninguna ciencia angélica que viniese a elevar su ser humano por encima de sus condiciones naturales, a un régimen de pensamiento sin imágenes naturales, tal cual lo está reservado a los puros espíritus.  La acción de los dones del Espíritu Santo se desarrolló en ella en el esplendor querido por Dios de la pureza misma de la fe.


El don de inteligencia le hacia profundizar hasta un grado único, el hondo sentido de todos los misterios de Dios. Ella leía, hasta las Sagradas Escrituras, con el alma llena de luces mayores que las de Isaias y de los demás profetas. Comprendía más que todos los justos del Antiguo Testamento el simbolismos de los ritos sagrados a los que asistía en el Templo. 


  Su inteligencia, superior a la de los más grandes genios, pero sobre todo, iluminada directamente por el Espíritu Santo, elevábase sin esfuerzo de lo visible a lo invisible, donde se fijaba la mirada de su fe.  ¿Qué de luces interiores iluminaban el alma de la Inmaculada? Dios  preparo con sabiduría y amor paterno, en María, ña MAdre de un Dios Salvador.


El don de la inteligencia se distingue del de ciencia porque su objetivo es mucho más amplio: no se limita a las cosas creadas únicamente, sino que se extiende a todas las verdades reveladas. Además, su mirada es más profunda, haciéndonos penetrar (Intus legere – leer dentro) el significado de las verdades reveladas. En verdad, no nos hace alcanzar los misterios de la Fe, pero sí nos hace comprender que, a pesar de su oscuridad, son creíbles, que se armonizan bien entre sí y con lo más noble de la razón humana. Esto confirma los motivos de credibilidad.


Que la Santísima Virgen tuvo el don de inteligencia de la manera más espléndida, consta que penetró claramente en las cosas que son de la Fe, en la medida de lo posible, a un alma en esta Tierra. Y conoció por abundante experiencia, como, por ejemplo, que Ella, Virgen, concibió a Dios; que Dios se hizo hombre; que Dios es uno en esencia y trino en personas; que el Hijo de Dios es Dios y hombre en unidad de persona. Conoció también la suma dignidad de su divina maternidad y la eminencia de sus gracias, la admirable economía de la redención humana y el papel que tenía por beneplácito divino en esa laboriosa obra. Cosas todas que Ella percibió con con-naturalidad y el espíritu afectuoso propios de la Madre de Dios y cooperadora de la Redención.




"Dios, Padre nuestro, en nombre de Tu Hijo Jesús, junto con María, Tu humilde sierva, la Reina de la Paz, queremos darte gracias por el amor que nos tienes. Queremos, sin embargo, pedirte ahora que el Espíritu Santo ilumine nuestro corazón, a fin de que podamos responder al llamado de María Santísima a la oración y que, en la oración, podamos abrirnos a Ti. Danos la gracia de poder reconocer de manera especial Tu amor por nosotros a través de las apariciones de María. Que a lo largo de toda nuestra vida podamos responder a Tu amor por nosotros. También Te pedimos por nuestras familias, llena los corazones de todas las madres y de todos los padres de familia, así como los de sus hijos, para que puedan renovar la oración y reconozcan Tu amor por ellos en la Sagrada Escritura. Que, como familias, puedan responder también al amor que Tú les tienes. Haz que entendamos Tu palabra y Tu amor y que ésta llegue a ser para nosotros la luz y la verdad. Danos a todos un nuevo corazón que sea semejante al corazón de María, para que también nosotros guardemos y reflexionemos activamente en Tu palabras. Te pedimos por todos los que sufren en este momento y que por ese motivo, pudiera dudar de Tu amor. Haz que el Espíritu Santo los ilumine y los conduzca a Ti, nuestro Padre bueno. En nombre de Tu Hijo Jesús y por intercesión de María Reina de la Paz, llévanos a todos al camino de la salvación, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén." (Fray Slavko Barbaric , Medjugorje, Enero 29, 1999)



Atentamente Padre Patricio Romero